La autoestima es el sentimiento valorativo de nuestro ser, de nuestra persona, de quienes somos nosotros, del conjunto de rasgos corporales, mentales y espirituales que configuran la personalidad.
Fruto de los avances en el campo de la psicología humana y las técnicas de autoayuda, la Autoestima es pasible de mejorarse.
Desde muy temprana edad en la niñez empezamos a formarnos un concepto sobre nosotros mismos, a partir de las valoraciones que nos ofrecen nuestros padres, maestros, compañeros y amigos, y las experiencias que se adquieren.
No es igual la Autoestima de un niño o niña cuya persona es valorada siempre positivamente a otros que son valorados negativamente. Por ejemplo una niña que constantemente se le dice que es buena, inteligente, aplicada y se le demuestra amor, su autoestima será mucho más acentuada que otra niña a la cual se le dice constantemente que es bruta, desaplicada y descuidada.
La Autoestima de una persona es responsable de muchos fracasos y éxitos, ya que potencia las capacidades de las personas a un nivel óptimo, dándoles mayores oportunidades para triunfar en aquellas actividades que emprende, sea en el campo social o en el sentimental.
Una adecuada Autoestima permite desarrollar grandes habilidades personales y poseer una gran seguridad personal, lo cual producirá una persona orientada hacia el triunfo, los retos y la proactividad.
Hoy día tenemos grandes problemas fruto de personas con una baja Autoestima. Por ejemplo, la mediocridad y la delincuencia se fundamentan en una valoración negativa de sí mismos. Incluso, muchos psicólogos afirman que al delincuente sólo hay que devolverle la Autoestima perdida para que se regenere totalmente.
Y es que se necesita haber perdido la dignidad, el honor y la valoración positiva de nuestro ser, para incurrir en actividades delincuenciales que rebajan a una persona. Igualmente, la persona mediocre, aquella que no es capaz de soportar el éxito de los demás, incurre en su actitud debido a que se siente inferior y una forma de demostrarlo es atacando irracionalmente a los triunfadores.
Lo grave de todo esto es que muchos padres, maestros y mayores crecieron con graves deficiencias en cuanto a su propia Autoestima, y esto les incapacita para propiciar un clima en el cual los niños y niñas puedan fortalecer su valoración personal a través de adecuados incentivos afectivos.
Muchos problemas sociales actuales tienen su raíz en la inadecuada formación que han tenido los adultos actuales cuando eran niños. Por lo anterior, es urgente prestar una mayor atención, no sólo a la educación formal, sino también a forjar los valores que permitirán a una persona ser sana socialmente, y a contribuir con un clima de justicia, productividad, justa distribución de la riqueza, fraternidad y convivencia social pacífica.
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