SORAYA LARA DE MÁRMOL, M. A. |
Pregunta de la
lectora: Tengo 52 años. He descubierto la tercera infidelidad de mi pareja. No
aguanto más engaños. Es muy difícil para mí. No soy una mujer joven para tolerarlos. Mi decisión es difícil, elegir entre 30 años
de matrimonio y las infidelidades.
Respuesta de la
terapeuta: La decisión siempre es difícil cuando se descubre una infidelidad.
Esta elección implica dar fin a una relación que se construyó con ilusiones y
con el más alto sentido de lealtad y fidelidad.
Recomiendo buscar un espacio neutral con un
especialista para enfrentar las conductas de infidelidades y que al final se
pueda crear un compromiso o pacto, enfocado más en la lealtad que en la
fidelidad.
La fidelidad
puede ser transitoria o hasta que aparezca una nueva oportunidad. La lealtad la
trasciende. Va más allá, porque responde
a un entramado tejido emocional de méritos, generosidad, confianza y amor.
Supera el criterio de oportunismo.
La lealtad crea
límites que protegen la relación de pareja de otras fuerzas excitantes y
transitorias cuando no se quiere dar por terminada la relación.
Después de una infidelidad, la persona
engañada debe esperar un tiempo, aun permanezca bajo el mismo techo, hasta que
pueda darse cuenta del compromiso de cambio.
El paso que
considero más importante para iniciar la etapa de madurez en la relación es que
la persona infiel pida perdón por cada una
de las infidelidades, por el sufrimiento que le ocasionó, por las
mentiras, las llegadas tardes, los enojos y por el abandono al que la sometió mientras
estaba en sus aventuras.
Perdonar no implica olvidar el tema como si no
hubiese ocurrido. Quien engaña debe resarcir, reparar el daño o sufrimiento
psíquico ocasionado.
La persona que engaña, como acto de
reparación, deberá tener paciencia para esperar la recuperación emocional de su
pareja. Superar el dolor psíquico
toma tiempo.
Mientras ocurre este proceso de recuperación
emocional y la lealtad madura, la
persona engañada, dispuesta a crecer dentro de la relación, se comprometerá a
construir la confianza creyéndole. Claro
está, si él ha sido honesto al pedir perdón.
Si es
sincero ante el perdón y hay cambios de
actitud, es más probable la recuperación, la cual aportará serenidad y calma.
Discutan cómo se recuperará la confianza perdida.
Finalicen la conversación con un pacto de
mutua lealtad.
Confianza, compromiso, generosidad, buen trato
serán sus objetivos.
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